Una mano amiga para los venezolanos

Joan Alexánder Loyo, un venezolano de 22 años, recibió atención en la Clínica Universidad de La Sabana tras sufrir un trauma craneoencefálico severo en un accidente automovilístico.

Joan Alexánder Loyo, un venezolano de 22 años, recibió atención en la Clínica Universidad de La Sabana.

Joan Alexánder Loyo, un venezolano de 22 años, quien sufrió un trauma craneoencefálico severo en un accidente automovilístico, recibió en la Clínica Universidad de La Sabana un apoyo emocional, administrativo y médico que le permitió mejorar su estado de salud.

“Joan Alexánder es uno de los venezolanos que han llegado a Colombia buscando una oportunidad laboral. Él se subió a un camión por la promesa de un trabajo y, en el camino, el vehículo tuvo un accidente que dejó a Joan Alexánder gravemente herido”, dice Sandra Balanta, profesional de acceso de la Clínica.

Joan Alexánder duró 16 días en la Unidad de Cuidados Intensivos y tuvo 24 días de hospitalización. “El paciente llegó sin ninguna afiliación en salud. Inicialmente, su atención se cubrió con el SOAT, pero, para legalizar su situación y cubrir sus gastos médicos, lo reportamos en Inmigración y enviamos la información al Centro Regulador de Urgencias, Emergencias y Desastres de Chía. Luego de la verificación del ente, él pudo ser afiliado al Sisbén sin asumir el costo de su estancia, que sumaba, aproximadamente, 60 millones de pesos”, añade la profesional Balanta.

Al llegar al servicio de UCI, la doctora Diana Garay, gestora clínica de Medicina Interna, identificó la vulnerabilidad en la condición de Joan Alexánder y de su hermana. Luego, ella buscó una red de apoyo entre los médicos y profesionales de enfermería, el grupo de Damas Voluntarias y Vilma Ruiz, asesora del paciente.

“Pudimos ofrecerle compañía al paciente y a su hermana. Todos los días íbamos a visitarlos. Los escuchábamos, les preguntábamos cómo se sentían y hacíamos lo posible por resolver sus inquietudes”, dice Ligia González Díaz, miembro de las Damas Voluntarias. Además, se les brindó un apoyo social para cubrir sus necesidades básicas de alimentación y aseo personal.

Como parte del proceso, fue fundamental aliviar la incertidumbre de la hermana frente a la situación. “Nuestra labor es intervenir. Entramos a suavizar, a neutralizar; buscamos entablar confianza y ofrecerles una mano amiga”, añade Ligia González.

La doctora Nadia Garzón, gestora clínica de Internación, aclara que fue necesario un abordaje multidisciplinario desde la llegada a Urgencias hasta la salida del área de Hospitalización. “Se contó con el apoyo médico y del grupo de enfermería de Urgencias, la Unidad de Cuidados Especiales y Hospitalización. Después de un mes de atención, mejoró el estado neurológico: el paciente retomó la alimentación por sí mismo, se estabilizó su salud, se fortaleció su red de apoyo con su hermana y se verificó a la salida de Hospitalización que pudiera contar con las condiciones domiciliarias que requería”, dijo la doctora Garzón.

Joan Alexánder salió de la hospitalización al estabilizarse su estado de salud. Actualmente, vive con su hermana en Bogotá.